Poema de Luis Damus

HIMNO VESPERTINO

Después de la tarde todo se me desnuda,
vos, te me caes desde los ojos como el agua,
como
un
poco de sangre,
nuestra sangre.

Se me estremece el cuerpo,
el reloj sigue invencible.

Después de la tarde, se me envejece el
alma, entre las manos que no pueden rozarte.
Tengo un beso que es isla,
solemne, inútil
sin hambre,
sin espacios para herir
sin vos, abriéndote en el centro de todo,
sin vos temblando, cantando.
Un beso demasiado guardado, cuidado.

Después de la tarde soy un fantasma sin rincón,
Un leñador sin bosque, sin cielo.
Un mendigo sin miseria.
Después de la tarde, soy una plegaria
en el aire,
más, mi norte, sigue siendo mi norte,
el mismo para mis treguas, para mis
sueños, para mis a veces ganas.
Después de la tarde busco un número,
una tumba nueva y exacta.
Pero a vos te busco entre la noche y lo
que queda, desesperadamente, ciegamente

Después de la tarde.

La soledad, tu rostro, mis límites
todo tan lejos entre el cielo y lo que queda,

Después de la tarde…


© Luis Damus
Pintura: Martha Miguez