Poema de Rosa Lía Cuello
Palabra impronunciada
“Entonces era yo tan niña
que no sabía el nombre de las flores…”
María Elena Walsh
Nunca dijo nada mi padre
que vivía en la proa del misterio
e inventaba ríos de cordura.
Su voz era el agua murmurando
su voz era la madera en la canoa
su voz era el pájaro dormido
su voz era el árbol en la orilla.
Su silencio navegaba cicatrices en la dura tierra
su margen oscilaba entre las hojas de un otoño
su dureza naufragaba en el nido abandonado.
Nunca dijo nada mi padre.
Su voz se fue hundiendo
en los remolinos temporales
en los cauces de memorias inventadas
en los remansos que el sueño ignoraba
en las horas donde muere la palabra impronunciada.
© Rosa Lía Cuello
12 Comments:
Rosa Lía, te caracteriza la ternura. Me agradó la cita de María Elena Walsh, la eterna.
Un gran abrazo, querida amiga
Betty
Así eran aquellos hombres: silenciosos,meditabundos, una tenía que adivinarles la ternura en la mirada o en el hacer cotidiano, manso y transparente.
Qué hermoso poema que supo leer los silencios.
Algo del recuerdo se pierde, algo queda en la mágica trayectoria de imágenes de tu poema.
Con mi abrazo.
d.
Betty, Liliana,Cecilia,Diana..gracias x comentar.Abrazosss
Rosa Lía
y sigue su voz detonando palabras, palabras que so abrazos en la distancia. Un remanso en el sueño...
David Rosales
Rosy
Me pareció bellísimo este poema,
no lo conocía.
Mis felicitaciones y mi cariño
Alicia Borgogno
Rosa Lia , me gustó tu poema , deja ese sabor de ausencia que todos conocemos a esta altura de la vida .
Bello y conmovedor
Si Betty, era un tiempo donde la voz del padre, añorada, era un mundo de certidumbres, que aún vive en nuestros sueños.
Muito bonito, Rosa Lia
Parabéns.
Beijinho
¿que puedo yo hablar?, sin derramar lagrimas, la cordura y la locura llegan por la misma senda
hay que traspasar los silencios, que nos une a la vida. bellísimo poema mi querida "PROFE" Martha
DEscubrir qué encierran los silencios, traspasar las fronteras del recuerdo, abrazarse a la ternura,ser un poema.
Te abrazo querida amiga
Maria Cristina Fervier
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