Poema de Michou Pourtalé

Padre mío, el mundo no termina de aturdirse
fachinal de discrepancias, cualquiera
habla lo suyo con imprudente convicción.
A Buenos Aires le quieren borrar los aires
buenos y a pesar de todo, galana novia,
guarda el encanto que te deparaba.
Padre en esmeril cristal estás,
extraño la nicotina del cigarrillo negro
tinte cada dedo caricia devota
sobre las páginas de un libro que amaste
con espíritu veraz, flor fruto semilla
en silencio te abstraías, paliabas. El consabido
diario, tu ojo y el crucigrama rodeo
y recuento de palabras sin corral.
Un recreo del San José y esa pelota retobada
te enturbió pero tu tercera visión
quedó indeleble fija en la frente.
¿Y la querencia de patria y el fogón de amigos?
¿es acaso un épico gauchaje unánime celeste,
complicidad de palabra santa a galope tendido
devorando siglos de pampa y pajonal a cielo
abierto bajo la brillantez de las tres marías?
Papá, ¿siempre meditás? He perdido tu voz,
tu sino no me alcanza para evocarte, hélice alada
falta la precisa opinión de tu decir.
Me es tan necesaria, padre.

© Michou Pourtalé