26.6.09

Prosa de Juan José Mestre


EL INVISIBLE

Póstuma languidez del domingo, la vida recoge sus horas últimas. Una suave brisa se solaza entre los retoños del octubre casi extinto. El pueblo, dormido en su simiente de noche y abulia, navega con parsimonia hacia el ocaso. Los nidos son quienes más bullicio hacen en su rigor de sueño. De pronto, la calle delata ese fragor lento y acongojado que todo cortejo impone. Abre el paso un ataúd llevado a hombro. Doliente, cabizbajo, con el cráneo y su bamboleo de golpes secos en el derrotero hacia la noche, avanza ignoto, anodino, denso, con la incógnita de saber quién es el sujeto intrínseco de tamaño homenaje.

© Juan José Mestre
Foto: Horacio Farroni

Poema de Laura Yasan


las cosas por su nombre

esto se llama interferencia
una vara de hierro clavada en una espalda
se llama crimen o desdicha
esto son las rayitas
un ruido viejo en el después

... ¿no es mutilar un cuerpo tachar una oración
... antes de conceder el pensamiento?
... ¿no hay entre dos un nicho donde van a morirse
... las reprimidas las impronunciables?

yo pienso en otro idioma
tengo algunos problemas cuando traduzco tiempos del pasado

esto se llama interferencia
un cubito de hielo adentro de la sopa
se llama afrenta o idiotez
esto son los cachitos
fragmentos ínfimos pegados a la lengua
discurso sin volumen

... ¿no es en la trampa del silencio
... dónde el significado abusa del sentido
... hasta desfigurarlo?

© Laura Yasan

Poema de Edgardo Gugliermetti


Hojas de eucalipto
sahumerios y guitarras en el último cuarto
en el primero placenta enredada en una silla

¿dónde dejarán progenie...celibato...hoja en blanco
rostro regurgitado por la jauría
certero silencio?

¿huesos que trituran señuelos
melancolía que ensaya el final?

¿Cómo hacer el amor y deshacerlo?

© Edgardo Gugliermetti

Poema de Viviana Pelle


Detesto los despojos y quiero despejar este silencio ingrato que me apena

No quiero que me despojen de mi vida,
ni de mi amor o de mis amores,
del amor a la vida.
No quiero que me despojen de mis cosas,
mis papeles, mi vestimenta, mis poesías.
Poesía es mi vida y así me expreso aquí
en la hoja blanca y sin despojos.
No quiero que me despojen de nada
ni de los amores, ni de mi sexo, ni de mi útero
y no quiero ver que un ser muerto ande despojando
a esta mujer que ahora escribe y es tan libre
como el movimiento de las hojas de un árbol
bajo el sol del verano.
No quiero que me despojen ni de mi agua ni del aire
o de mis venas, mi cuerpo, mi ser,
de mi corazón a veces doliente y otras veces vencido.
Que no vea yo despojarme de mi palabra
de mis sueños, mi libertad.
Sí, quiero a alguien que me ame de verdad y que ese ser
no se despoje de sí mismo o de su amor.
No quiero que me despojen de nada
y mucho menos quiero que me despojen de mí.

© Viviana F. Pelle

25.6.09

Poema de Martha Goldín


la puerta aún entreabierta
..................... está en silencio
............................ y amenaza
sólo un pequeño movimiento
.................................. de la mano
.................................... y ya está
pero quedo inmóvil
............................. afuera
................. esperando
.............................palabras


© Martha Goldín
Foto: Gustavo Tisocco

Poema de Marián Muíños



A LA ORILLA DEL MAR EN LA PLAYA DE MONTALBO

Tronco de pino sometido por el viento,
la sal invisible reseca la corteza.
Se recuesta el poeta y la mar contempla.
Se recuesta el pino sobre sus hermanos
y apoya, cansada, su cabeza.
¿A qué sabe la arena si la mastico con ansias?
A marisma destemplada,
o a palabra exageradamente alta.
Los cantos rodados conviven con el azul
de la tapa de plástico de una botella.
Dunas dentadas sin más filo
que la inestabilidad de estas letras.
Tengo la memoria rebozada en arena.


© MARIÁN MUIÑOS
Foto: Gustavo Tisocco

Poema de Marta Riskin



SECRETO DE CICATRIZ

.....“… las cicatrices, allí donde la piel perdió su sensibilidad” -
...................................Norbert Lechner


Tesoro de líneas blancas, insensibles, fugitivas
Sobre la piel es donde Todo calla y se despide
Rutas con fronteras de adiós y desencuentros
(Sobre alas del vacío no hay redes ni trapecios)

Destino de cicatriz es despojar ausencia de silencios
Destilar mil historias, cose la seda mis hondas grietas
Siembran luces en pretéritos pasados imperfectos
Con las huellas en el polvo que no se lleva el viento

Cuando el amor la cerca y el dedo tierno la dibuja
Sobre cada cicatriz crece rama verde verdes sueños
Hace chispas de fuego y va pariendo una hoguera
Anida versos, florece besos, olvida olvidos y reza
(Si el corazón aporta vida, el dolor a veces, apenas tiembla)

© Marta Riskin

Poema de Rosa Lía Cuello


SOLO QUIETUD

Muere la noche
ajena al silencio.
Solo quietud
ángeles dormidos.
Lejos se despereza
la ausencia.

© Rosa Lía Cuello

Poema de Alfredo Lemon


Ai-Ki-Do

Tengo el recuerdo de una sinfonía romántica
donde unas mujeres danzaban como cisnes.

(Me fue imposible escribir un poema que captara el deleite).

Tensión y trascendencia:
todo amor inflama el espíritu y se consume.

Es un proceso lento, profundo, constante,
tenue, profundo, difuso;

parece náusea, parece nada,
el ritmo del siglo y las edades.

Pero no muere para siempre.

Sólo es físico el reloj, que muestra al tiempo mensurable.

El mundo es uno y es diverso.

El cielo gira y nuestra historia permanece en secreto.

(No busques el sentido del poema en el poema.
Tómalo como un ejercicio de contemplación).

Aún en el último instante,
la vida continúa y nunca deja de irse.

© ALFREDO LEMON

Poema de Silvia Palferro



Como un abanico
a tu mirada agitada
me iré desplegando
hasta abrazar tu aliento.
Y por ese instante
ser tu respiración
más profunda; esa bocanada
hacia el mar allí
donde el más espeso
de tus secretos alguna vez
se dejara fluir.
Quizás mañana
cuando todas las palabras regresen
y se diluyan sin orillas
detrás del abismo.

© Silvia Palferro

Poema de Myrtha Milella


ARENA

Arena de siestas fugadas
soles que perforan la memoria
guardan resquicios pendulares
bajo la sombra azul de los naranjos.

Me unjo ante el aroma de azahares
que salpican mis ojos de blanco velo
donde descubro el atisbo de los gnomos
custodios implacables del dulce néctar.

Uno de ellos brinca entre árboles
y suelta hojas de papel glacé
lame la sal de mi piel cansina
así borrar huellas que estriba el tiempo.

Entonces vuelvo sobre mi
sacudo improntas que diluye el viento
y me aquieto junto al novio eterno
para aullar de amor cuando florece en rosas.


© Myrtha Milella

Prosa de Romina Cazón



EL MIEDO

Adentro y por dentro tengo un hijo para escribir mi futuro en la tierra. Con el tiempo pediré dos o tres para vaciar el amor en un cofre. Luego querré más hijos de los hijos, suficientes para dormir todas las noches.

Afuera, una mujer de piel oscura no quiso parir. Yo tragué saliva y su rostro juvenil conservó miedo. Más tarde le dio vida a la criatura y la amó. Al crecer la niña, le leyó en voz alta un libro sobre lo bueno y lo malo. Le dibujó un sol en el pecho en caso de extraviar sus raíces porque los rayos en algún momento le dirán a donde pertenece.

Adentro, muy adentro perdono el rostro juvenil porque lo veo en el espejo. El miedo aún continúa y permanece en nosotras: mi madre y yo esperamos que pase y llegue la luz.

© Romina Cazón

Poema de Marga Mangione



Irak

Humo azul, densa niebla desolada
atravesando el muro de las horas,
lluvia cayendo en cortina silenciosa
calando huesos de estatuas vengadoras.
Edad sin tiempo, soberbia y codiciosa,
que se convierte en pleamar, y luego mengua.
Montes de fuego, cuyas filosas lenguas,
devoran carnes mustias y cansadas,
altar repleto de gárgolas violentas,
en noches de fatigas desveladas.
Miedo y horror, llenado cavidades,
desde el hondo suburbio de las venas,
ángeles negros que construyen ciudades
y atravesando eras de cibernética,
retornan a vivir con dinosaurios,
en danzas seductoras y frenéticas.
Dolor y más dolor en rebeldía,
Cuerpos que se fragmentan y se esparcen
sacudiendo la modorra de los días,
de los que nunca quisieron inmolarse.
Muerte y escombros, destrucción y llanto,
¡la cuna de la humanidad se desvanece!
El hombre que en su propia decadencia,
con su sed de venganza se envilece,
olvida que la vida es lo importante,
envuelto en su ambición se cree gigante,
y por propia voluntad, desaparece.
Humo azul, jeroglífico que al cielo,
eleva el llanto de niños y mujeres,
viudas y huérfanos con hambre y con miseria
que ignoran tiempos de goces y placeres.
Espíritus que forman en las sombras
números de estadísticas fatales…
¿Cuántos muertos más, son necesarios,
para acabar con todos estos males?

© Marga Mangione

Poema de Liliana Celiz



la cara en la postal de despedida, no como un ave, como el viento en la demora de los ojos (en la estrechez de ojos contra el viento)/ el ciclo de la cara en el retorno (como lo pendular de la garganta en el otoño, estampillado) el grito daba surcos en el aire (de las costumbres de las caras hacia dentro) (la simple imitación de la sonrisa) (ya no reconocer mis gestos siendo dobles) (algún bufón perdido allá en las piedras, entre el arco que saltabas) o en el recostamiento en el espacio óseo de la madre/ zambullirse de pronto a la pedrada siendo el otro/

© Liliana Celiz

24.6.09

Poema de María Amelia Diaz


GUERRA

Como un ejército de fantasmas de humo
remolcados por el viento espeso de un tiempo sin fronteras
marchan los hijos, los padres, los amantes,
los hombres rotos sometidos al servicio de la guerra,
una sucesión de hombres llorados largamente
desde la edad del grito imposible hasta el futuro
por mujeres de luto
que guardan bajo tierra su dolor antiguo
para beneficio de los monarcas de la sombra,
siempre bajo el mismo sol
ardiente o precario,
o bajo la misma lluvia
que las ciñe y las atrapa en medio del derrumbe
donde basta la metralla o la flecha
para que ellos se disuelvan sin fulgor hacia el olvido.
Nada detiene esas legiones de hombres
que contrajeron sus nupcias con la muerte
para cumplir con su insaciable apetito.
Nada de su propio cuerpo ya les pertenece,
quedaron atrás los pañuelos roídos por la lágrima ácida del llanto,
atrás quedó el hogar,
porque algo más urgente los aspira y los expulsa de este mundo
Ahora no hay prójimo ni después,
no hay descanso,
está la muerte sola
la muerte del otro
que es la propia muerte.

© María Amelia Diaz

Poema de José Antonio Cedrón



ARIES EN VACACIONES

En estas tres semanas apilé mis papeles
les di música, tiempo, versión libre
a sus faenas.
Me senté en el portal con mi café y los libros.
Compré unos caramelos para alguien.
Por las noches di vueltas alrededor del cuerpo
(solamente un insomnio en tres semanas)
me levanté y leí, llené mi cenicero, mis vasos,
mi casa de palabras.
Nadie fue altisonante, repetido, ridículo.
Sólo Stevenson dijo algo que no recuerdo
o su mal traductor le hizo decir
lo demás quedó aquí.
Después llegaron voces, intrusos en la luz.
Por el mismo cristal donde pasó el amor
un día por mi frente, ahora el tiempo.
Tomé mi carretera de sal y te pensé.
Los pescadores no hablan en el amanecer
deciden con su tacto como en el mundo ancho
profundo de los ciegos
sólo deslumbran con sus cuerpos plateados.
Los vi desde la arena con las primeras sombras
del sol sobre los muelles.
Comí frutas rosadas, amarillas.
Vi a la gente besarse, tomarse la cintura,
embriagarse ingenuamente.
Sin ruido, sin bochorno, cumplí años conmigo.
Los mordí sobre el borde de una mesa
y recordé mi nombre como el único azar que
reconozco. No bebí a esa salud.
Un papalote alzaba su paz sobre el absurdo.
Caminé unas cinco horas a pie, solo y no lo
suficientemente solo, por valles desiertos
y no lo suficientemente desiertos.
La arena estaba sucia. Leí, seguí leyendo.
Abandoné dos libros aburridos en bares
y en hoteles, sin reproches.
Con otra compañía no hubiera sido fácil.
Tampoco contemplar un arco iris
que obviamente no voy a describir.
Mañana volveré, conversaré con alguien
cosas sin importancia.
De qué valdría hablar de un tren carguero
blanco, en Matamoros, sin nada en la emoción
del que pueda creerme.
Hace bien y hace un ancla el estar solo.


.................................F.Kafka (Cartas a Felice)


© José Antonio Cedrón

Poema de Lidia Vinciguerra



II

La casa cruje.
Ella percibe un sueño.
Seco.

Ha oído crujir la sequedad. La acechanza de una baba nocturna irrumpe sobre los pisos de la casa. Deja una marca sinuosa hasta perderse en zócalos.
Ella pregunta
con un desbordamiento de nitidez
pregunta dónde adhiere lo que repta,
en qué fragmento se pudren los cimientos,
qué socavado espacio anida ratas.
Ella pregunta para matarlas.
Aceitar maderas. Limpiar ferocidades.
Descuajar sobre la casa.

Para salvarse.

© Lidia Vinciguerra

Poema de Elena Cabrejas


CACERÍAS INTERIORES

Soy la desconocida que golpea a tu puerta.
La ignorada, en una isla de pájaros secretos
donde nunca te hallaré.
Soy la que en vano pasa con sus manos de ofrenda
mientras yace mi cántico junto a tu pórtico cerrado.
La que pasea con sus vestiduras de muérdago
bajo el sordo ramaje del atardecer.
La que lleva su chal atado a la cintura
y el pelo abierto por las calles del sueño
que me arrastran -como a los monjes de la noche-
hacia el único espacio que nunca me preparas.
Soy la hija del desierto, del lugar donde viejos mendigos
mueren de sed al borde de mi pócima extraviada.
Hay una lejanía de musgos lejanamente incierta.
Un preludio de vientos huyendo entre barrancos
-que me están aguardando- toda vez que bajo a imaginarte.
Lobos que atisban entre el velamen de tu barco
cuando te obstinas en partir.
Entonces me arropo con mi manto de tinieblas
para no morir a la intemperie. Y ruego tu voz.
Pero ya todo me habla con palabras de negación.
Ya todo es una fosa. Todo una entrada hacia la oscuridad.
Todo es una inmensa vigilia. Un retablo quemado.
Un hondo aullido que me busca -incesantemente-
en el árido espacio de tus cacerías interiores
donde vuelves a atraparme.

© ELENA CABREJAS

Poema de Salo Pasik


Dios puso un dedo tibio
sobre mi frente
y fue luz.
Y la memoria.
Sangre que
a través de siglos
cobijó dolores y heroicidades,
bejezas y esperanzas, aburrimientos,
naves, heridas
y amapolas,
túnicas y fusiles,
piedras,
llantos y miradas.
Y a través de toda eternidad
la búsqueda
de un lugar,
del punto de partida
del punto de llegada
para completar el círculo omnipotente
de la libertad.

© Salo Pasik

Poema de Emilce Strucchi



Apoltronada en su reflejo
me hace abundantes muecas
con su pierna cruzada
que despliega o descruza
con unas uñas negras sobre unos huesos blancos

se ve la sangreherida
y me provoca adúltera
y al fin se va detrás de ilustres
nobles adjetivados,
o detrás de unas joyas
excéntricas, sustantivas,
de Indonesia o Marruecos

yo
únicamente soy este silabear
sin poder mencionarla

yo
que la amo tanto
y siempre la evoco
yo
quiero atravesarle el corazón
desde mi encerradura
en esta abrazadera fuego

y cada vez que ella se muestra
o toda vez que la vislumbro
me estalla de baldía

y entonces
me enloquece.

© Emilce Strucchi

Poema de Genoveva Arcaute


De la muerte por celos

Vuelve, vuelve la oscura traza
de la muerte por celos.
a apretar con su puño inmenso
mi corazón de puño hasta exprimirle hiel
por artes raras de patología
se cuela por mi oído y revuelve los huesillos
que martillan la duda y la certeza,
se cuela por mi boca al aspirar tu aliento
(yo preparo todas tus comidas)
por mis ojos cuando leo todas las letras
de todos tus archivos
todas las máquinas
de mandar mensajes.
Pero todas las claves aleves y leales,
se me niegan.
Vuelve la oscura traza de la muerte por celos
aleteo de murciélago en el plexo
torniquete de pellejo
a la altura del ombligo

Vuelve a colarse por mis puertas de abajo
y me hace preguntar dónde estuviste,
animal sediento malcriado,
que me trae de beber y me contenta
bello animal de compañía
que tapa mi boca y reclama con susurro.

Vuelve negra traza de la muerte por celos
se cuela por mis poros
y eriza mis arterias
ponzoña mis raspones,
infecta mis bebidas,
corroe las mucosas
de mis partes más suaves
y fecunda la cizaña
en el bosque de mis venas.

Andate, negra traza, juira perra, alimaña.
Andate de mi mesa, de mi cama, de mi casa

Fuera negra traza de la muerte por celos

© Genoveva Arcaute

Poema de Víctor Marcelo Clementi


Poseído

poeta en circunstancias
ebrio con ínfulas pensantes
acudo a palabras lesbianas
vaho que secuestra evade me agua
la conciencia en un punto indefinido
estación volátil alrededor

un protón circuncidado me desordena el cactus.

© Víctor Marcelo Clementi

Poema de Liliana Varela



Imperfección


....."El no ser perfecta, me hiere",
................ Sylvia Plath


Se Fuga el alma en mares de gritos
rojos ríos huyen del verdugo cuerpo.

El horror de lo finito es eterno,
se cuela entre las carnes
infectando todo a su paso.

Desintegrada la onírica muralla
cae.
Cada golpe engendra miles.

Las brujas del destino horadan
aquel bosque de infancia,
el idílico Eliseo se destruye,
parcas, ajadas, deshechas, idas
acobardan sus plumajes.

La lanza de la realidad me atraviesa:
nunca he sido lo debido, ni lo querido.

La perfección ha volado en las alas
del imposible.
Y yo aquí... impotente,
imprecisa,
débil,
no puedo seguirla.

© Liliana Varela

Poema de Elena Eyheremendy



El vernover

Una tela, apenas una telita angosta, de la que cuido /
ahora, cuando a llorar aprendes a mi lado / la
estrechez del mundo, que no verdece, mi niño, para
tu niño. Paul Celan


......................a Soledad Agüero

II

Algo perturba rompe /
y vuelve a gacelar a tu Lobo vulnerable
Barba Azul lo suspende / Tus pies que flotan
narran mis párpados inverosímiles

Qué Serpiente Qué sol inmóvil / Madre /
nos mueve fija / Quién musica nuestra perplejidad
Qué Serpiente / Cómo Quién / Puedo acaso
tejer telas pañuelos como éste

Cuando la niña mira lo que tiene del cielo
ella enciende velas / vestidos como sombras
Y ve y no ve la noche como sol
al Lobo / amante
Y sueña sin soñar al heridor
Y mata y sana

© Elena Eyheremndy

23.6.09

Poema de Norberto Barleand


PERFUME DE NOSTALGIA

Era otoño
el patio se cubría de violetas.

Recuerdo los silencios,
tu voz era un canto de coraje,
el sombrero acariciando los ojos verdes,
para mirar más allá de la luz

Protegiste mi noche destemplada
al amparo de la lluvia.
Fue en una siesta de travesura infinita
aquel reto poblado de ternura.

Padre
joven aun,
de tu hombría se apropió la muerte,
yo,
dejaba el niño en la vereda
en un túnel devorado de congoja.

Sin embargo,
Padre,
todo sucedió después,
casi todo,
crecí,
crecí con el esplendor y con la sombra,
con las luchas, las treguas,
con las banderas y los diluvios.

Amé,
amé los pájaros y el aire,
amé los árboles y el viento,
no hubo rincón ni espesura que no haya amado.

Todavía conservo la pasión,
......................... la furia
la carnadura de tu ausencia.

Debo decirte,
Padre,
las cosas no fueron tal cual comentabas
cuando parían los sueños.

El mundo no es el mismo,
la gente corre
con un rictus de pena en sus rostros de asombro.

Los niños no juegan,
no patean jardines entre parras ocultas,
ni acarician las uvas en hamacas de arena.

Los ríos y los mares se inundaron de barro,

Vida y muerte
son monedas en ascenso de valores confusos.

¿Quiénes atrasaron las cuerdas,
las coordenadas del revés?

Aquí estoy ,
Padre,
con el mástil al hombro, el puño elevado,
sin las manchas del tiempo,
sin fronteras quebradas.

¡Cuanto duelen los astros¡

Padre,
Honré tu memoria
con trabajo
con rosas y vientos en los brazos del alba
cuando exhalan los hilos de una flor extendida.

Padre,
conservo olores de manteca en la cama,
el carbón de las mañanas
los chicos rondando macetas y baldosas.

Padre es tarde, muy tarde,
beben jilgueros en la ventana
dejan un sonido de nostalgia.
La paz de este refugio balbucea recuerdos.

Debo decirte,
ya no hay niños en la casa,
solo adultos,

otras figuras transitan los licores
despiertan al son de una música nueva,
bailan compases de esperanza
enhebrando palomas,
glosando colores en las nubes
donde comparto las ráfagas y el vuelo.

transito las arrugas de la noche,
y este poema que no concluye

¿Qué mas puedo decirte después de tanto tiempo?
Padre


© Norberto Barleand

Poema de María Teresa Andruetto



Lección de piano

Brilla el asfalto como un vestido de seda
bajo las luces de un teatro. Otra vez marzo
en la avenida que lleva a la maestra de piano.
La llovizna humedece los silos, la alameda,
la resaca de la noche en el billar. Alguien
seca al sol las fachadas de laja en las casas
del centro. Levantan puntos de media
las chicas de Los Vascos y el verano
peina el pelo en colas de caballo. Cuando
sea grande, seré concertista, dice a todos
la niña que va a piano. Serás profesora,
dice la madre a la vuelta de los años. Piensa
en eso la niña mientras muerde la madera
del piano. Va su pensamiento lejos del pueblo,
más allá de la maestra y del verano


© María Teresa Andruetto

Poema de Jorge Boccanera


EL ÁNGEL DE LA MUERTE

Oigo pasos ¿será la boca de tiznar y el navajazo
............ en pleno rostro?
Así te acechan como ¿será la antorcha de otra voz
............ que va sobre la tuya?
Escucho pasos y ¿será el escupitajo en la tela de
............ araña de tu infancia?
Así te azuzan como ¿será la cruz al rojo en tu
............ mejilla?
Oigo pasos cerca de ¿será como esos guantes
........... rozando tu estación?

En la memoria hay una puerta rota.
Los sueños son distintos y el final es el mismo:
........... el asesino que te besa.


© Jorge Boccanera

Poema de Rubén Derlis



DE UN LIBRO DE LECTURA ESCOLAR

Seríamos los más, los siempre invictos,
París de América portadora de luz intelectual,
y la tierra derramaría
el alimento inagotable que nutriría al universo.
Los llamados a ser rivales del poderoso Norte
–no devenido imperio todavía–,
confrontando en músculo, creatividad, poder,
de igual a igual, y talvez algunos pasos adelante...
No invento nada:
estaba escrito en mi libro de lectura,
el Manual del Alumno con gráficos y cifras así lo atestiguaba.

Los años comieron almanaques, fatigaron sueños,
las esperanzas diluyeron su verde (si en verdad fuera éste su color);
si hubo París de América se pagó con el precio
de no haber sido nunca la Argentina de América,
y si una vez saciamos hambrunas europeas
hoy no logramos mitigar el hambre de los nuestros.

¿Mintieron los libros escolares?
¿Los escribieron alucinados delirantes?
¿Hablaban de realidad palpable o rebosaban de exacerbada fantasía?
A más de medio siglo de aquellas lecturas escolares,
hojeo un cuaderno que aún conservo,
donde entre promesas incumplidas
quedó enterrada una nueva y gloriosa nación.

© Rubén Derlis

Poema de Andrea Álvarez


MIRAD(A) DENTRO

La visión se zambulle
hurga.
Bucean los ojos
intermitentemente.

Exhalan
....... huestes
.......... aletargados.

¿Será su periplo retinal,
esplendor y anochecer
de un reflejo imaginario?.

En tanto,
oscilan las retinas.

El raciocinio no distingue causas
de lo insondables que somos.

© Andrea Álvarez

Poema de Alfredo Palacio


LLUEVE SOBRE CALIFORNIA

la primera nieve acaricia Budapest
Praga sigue perfumando
....... y Buenos Aires aún en veremos
Lisboa luce su mejor escote
Salvador sonríe con sus negros
hace rato que no ando por Madrid
....... y Buenos Aires tiene escasa voluntad
Roma aún llora a los magos de su cine
París acaso ya no sea una fiesta
las luces duermen sobre el Arno
................. y Buenos Aires
...................... cada vez
...................... aspira más pegamento
...................... acomoda cartones
...................... despide la alegría de sus bares
...................... oprime demasiado.
Oscurece
..... muele sueños
......... ya no se desnuda
............. va quedando atrás.
.............................. Y yo con ella.

© Alfredo Palacio

Poema de Aldo Novelli


Abeja Reina
Poemario en permanente elaboración dedicado a ella


11

…me arrodillo en la tierra
observo la espada
alargo el brazo
y tomo la botella de ginebra

“estuvo bebiendo
me quiere olvidar”

termino la botella
de un largo trago
la arrojo a las brasas.

“aún no se han apagado
será una señal?”

la mañana está fría
pero no levanto la camisa del suelo

el viento trae sonidos lejanos
parece un lamento

estoy acostumbrado
a las trampas de la espesura

la soledad es una vieja
y conocida compañera

el recuerdo de sus ojos húmedos es
el peor enemigo

un manto frío
me cubre el cuerpo

y me provoca un leve estertor.-


© Aldo Novelli

Poema de Cecilia Cavadini



ME FALTA EL AIRE
EL CORAZON SE HA IDO
EN UN SUSPIRO.
EN UN ADIOS.
EN AQUEL BESO,
MORTAL VENENO,
QUE ME HA QUITADO,
HASTA LA VOZ.
REGRESA A MI,
DAME MIS LABIOS,
DAME LA VIDA,
MUERO DE AMOR.
NO LO RESISTO,
LA LARGA AUSENCIA,
DESEO ESCUCHARTE,
PEDIR PERDON,
UNA VEZ MAS,
Y EN EL REENCUENTRO,
VOLVER A AMARTE
HASTA EL FINAL.

© Cecilia Cavadini

Poema de Alejandro Mitre



.....Los cielos viven lo que el hombre intuye.
................(Anónimo del siglo VII)

Los cielos son los cielos
y nombrar la claridad es un abismo
que prefiero evadir
igual que a un horizonte de aves,
igual que el despertar de la cera,
diferente al calentamiento global
y al ayuno de las calamidades.

El cielo será los cielos
y un túnel está cayendo
gota agota su amplitud,
su eco se achica en la fila
de sopesar la fuerza de los astros,
de transpirar la lectura del Chilam Balam,
de decantar la voz que no es la mía
y es de todos los que no asisten
a la sublevación y al cubículo
donde la sangre cohabita cúbica(mente)
con el raciocinio y la piedra.

© Alejandro Mitre

Poema de Stella Maris Taboro


Ave Fénix

Muchas veces has soñado
otras veces has caído
sigues igual, frente erguida
en el espacio de tu historia.

Vuelves a renacer como primavera
después de cada invierno.
Caes y te levantas mil veces,
destruída no te sientes.

Es mi suelo que ha sangrado
más de veces que sus años,
atacada desde afuera
permitido desde adentro.

Pero siempre se levanta
como el sol en el oriente,
cicatriza sus heridas
y así vuelve a marchar.

Tantas veces has soñado
tantas otras has caído
siempre tu frente altiva
en el espacio de la historia


© Stella Maris Taboro