Prosa de Juan José Mestre
EL INVISIBLE
Póstuma languidez del domingo, la vida recoge sus horas últimas. Una suave brisa se solaza entre los retoños del octubre casi extinto. El pueblo, dormido en su simiente de noche y abulia, navega con parsimonia hacia el ocaso. Los nidos son quienes más bullicio hacen en su rigor de sueño. De pronto, la calle delata ese fragor lento y acongojado que todo cortejo impone. Abre el paso un ataúd llevado a hombro. Doliente, cabizbajo, con el cráneo y su bamboleo de golpes secos en el derrotero hacia la noche, avanza ignoto, anodino, denso, con la incógnita de saber quién es el sujeto intrínseco de tamaño homenaje.
© Juan José Mestre
Foto: Horacio Farroni